Reportajes

sábado, 1 de octubre de 2011

Dudas


José.
José comienza a dudar de sí mismo.
No es crédulo, pero tiene fe.
Cuando acompañaba a María, su mujer, a los “oficios” de la iglesia en el pueblo extremeño donde se casaron, no le decía nada. La veía tan frágil y piadosa que no se atrevía…
Una mañana de navidad frente al belén de la parroquia le preguntó:
- María ¿tú crees que alguien puede parir al hijo de un dios?
María se quedó mirándole y no le respondió.
La fe de José no entra en conflicto con su razón.
Tiene fe en sus hijos. En sus compañeros de la Asociación “Aires Nuevos”. Fe en la Humanidad, porque él es solidario y no rehuye los problemas de la gente de su proximidad. Sabe que hay mucha gente solidaria haciendo lo mismo en otros lugares lejanos, allá donde él nunca irá, aunque bien le gustaría.
José no es crédulo pero sí respetuoso. Lloró con las muertes de Monseñor Romero, Ellacuría…
La fe de José le proporcionó fuerza y certidumbre.
Hoy, José comienza a dudar de sí mismo.
El sabe que siempre ha tenido buen tino para analizar por donde iban los tiros.
Pero la edad no perdona, claro…

María se acerca, le coge una mano, le mira a los ojos:
- ¿Qué pasa, José, que te preocupa?
- Esa palabra que escuché hoy en boca del que se supone que va a gobernar: Depende.
- ¿Depende? El qué depende?
- Pues eso, María, que no tengo claro que no nos vayan a recortar más aún la pensión…
- Ah, ¿Te refieres a lo que dijo Rajoy? Pero ¿No te parece lógico que diga “depende” hasta que conozcan cómo están las cuentas?
- Ahí está la cuestión, María. Que ya tendría que saberlo, por eso no puede decir “depende”. Su partido ya gobierna en la mayor parte de las Comunidades y Ayuntamientos desde las últimas elecciones. Ellos ya manejan el 80% del presupuesto del Estado…Y siguen diciendo “depende”…


María cae en la cuenta de que José conserva toda su capacidad de análisis, la que siempre le caracterizó. Pero no sabe cómo eliminar esa nube de duda en sí mismo que se le instaló en su mirada.
Tira de su mano y lo conduce hasta la cocina donde hierve a fuego lento el potaje.
Le sirve un vasito de vino tinto. Y comienza a desgranar trozos de memoria:
- José, claro que ninguna mujer puede parir al hijo de un dios.