PUERTAS DE ENTRADA
Cuando visito un lugar desconocido, pueblo o ciudad, una gran parte de las fotografías que tomo es de puertas y ventanas. No sé muy bien por qué.
Cuando visito un lugar desconocido, pueblo o ciudad, una gran parte de las fotografías que tomo es de puertas y ventanas. No sé muy bien por qué.
Las puertas son como una frontera entre el espacio público que yo voy transitando y ese otro espacio privado donde se desarrolla una importante parte de las vidas de los asentados en algún lugar.
Las puertas son el primer lienzo en el que se retrata la familia o multiplicidad de ellas que habita o habitaron la vivienda que protege.
Por muchas de ellas entra la línea de los siglos. Y de esa línea del tiempo penden escenas de vida compartida con los colores de cada época.
Si fuese posible traspasarlas, como Alicia el Espejo, tal vez entreveríamos los mundos posibles del otro lado…
Al entrar por esta puerta nos encontramos con Aminetu.
Sentada frente al telar, canta al ritmo ágil de sus manos. La alfombra de colores está a punto de ser rematada.
Aminetu se detiene para asomarse al balcón desde el que se ve el azul mediterráneo.
En su corazón late la sombra del temor. Corren malos tiempos en este año de 1.569 para los moriscos.
Ella conoce la historia de sus antepasados, aquellos que vinieron a refugiarse a este precioso pueblo de la Axarquía malagueña.
Aminetu no puede saber que las “huestes de cristianos viejos” que vendrán del norte protagonizarán una matanza de más de 2.000 mujeres y niños.
Pero el destino ya está escrito. Está a punto de comenzar la “repoblación”.
TRUJILLO
Tras esta puerta el llanto acompaña a la actividad. Las lágrimas no pueden paralizar la recogida de enseres a toda velocidad. Pocas cosas podrá llevarse Vellida, porque sus bienes han sido confiscados.
Camino del destierro, Vellida va recordando la causa de sus males: aquella carta de los Reyes Católicos, fechada en Córdoba el 6 de septiembre de 1.484, y dirigida al corregidor de Trujillo, para que averiguase si “avian cometido o perpetrado adulterio”…
Vellida sabía que la unión entre judíos y cristianos estaba prohibida. Ella corrió el riesgo con Gonzalo Herrera, alguacil cristiano…Sólo ella pagaría el precio, pensaba Vellida, mientras se alejaba de la tierra donde su comunidad había vivido tantos siglos.
TANTOS LUGARES
Tiene poca importancia la etnia a la que pertenece.
Por esa puerta ha entrado el hambre y la enfermedad y hay que dejarles la puerta abierta por si algún día pueden salir…
El tiempo transcurre. Comienza un año. Termina. Comienza otro. Termina.
Esa puerta no se cierra nunca.
Ella ha tomado una decisión.
Le han dicho que “más allá” hay países en los que las puertas de las casas se cierran todo el día, todos los días, todos los años…
Ella no sabe cuánto es ese “más allá”, pero está decidida.
Quiere llegar, con su niña, a ese lugar de las puertas cerradas.
Se pone en camino, porque la patera sale al amanecer.
PUERTA DE ENTRADA… A BELÉN
Esta es la puerta.
Abierta en el muro que Israel levantó.
Una barrera de verja de hierro y hormigón de ocho metros de altura.
El impacto es brutal: físico, psicológico, económico…
Pese a estos problemas, la mayoría cristiana local y los peregrinos se disponen a recordar el nacimiento de Jesús en un pesebre.
Han pasado miles de años desde aquél acontecimiento.
En el mundo occidental se celebra de formas diversas.
¿A cuántos de los adolescentes que se han criado alrededor de un “nacimiento” se les ha recordado cómo viven hoy los palestinos, descendientes de aquél Jesús cuyo nacimiento recuerdan puntualmente al final de cada año?
¿Les enseñaremos también que es mucho mejor construir puentes que levantar muros?
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