Reportajes

martes, 15 de febrero de 2011

Pueblos Rojos

Sin rumbo fijo…hacia donde el día me lleve…y hasta aquí me ha traído.


Riaza,  municipio y villa, está enclavada en la vertiente norte del macizo de Ayllón, en la provincia de Segovia. Y en su municipio se puede hacer un recorrido por los conocidos como pueblos rojos.


Se conoce como “arquitectura roja” la arquitectura popular que se aplica a las construcciones típicas de los pueblos de esta vertiente del macizo.

Se utilizan materiales rojizos, como la piedra ferruginosa y la arcilla. El color contrasta en ocasiones con el gris de la pizarra y el blanco del cuarzo, materiales abundantes también en la zona.

Los principales exponentes de los pueblos rojos son Villacorta y Madriguera.

Villacorta


Situado a unos 13 kilómetros de Riaza en dirección a Santibañez se encuentra esta localidad que destaca por el color de sus construcciones, las cuales están hechas siguiendo una larga tradición y utilizando los elementos que se encuentran en las tierras colindantes,  tierras y piedras rojizas, la pizarra también es muy usada puesto que existe en abundancia en los pueblos que se encuentran a su alrededor.


Existen dos palomares típicos que se encuentran en muy buen estado de conservación y hace poco tiempo se restauró el antiguo molino, siendo actualmente su uso el de  casa rural.


El pueblo es pequeño y como es domingo se ven abiertas las casas de quienes aprovechan el fin de semana para visitarlo.

Madriguera

Es conocida por ser la más representativa entre la llamada “arquitectura roja” de los pueblos de la sierra de Ayllón.


Su caserío está integrado en el paisaje.Las casas, en su mayoría, son de finales del siglo XIX y principios del XX en los cuales las familias de Madriguera levantaron unas cuantas casas de dos plantas más la cámara, con piedras labradas de la zona y algunas de ellas con una destacable rejería en balcones y ventanas. También se aprecian algunos balcones de madera propios de zonas serranas.

Durante las últimas décadas muchas casas han sido restauradas, respetando en gran parte los elementos tradicionales y añadiendo otros que, aunque no son típicos de la zona, como las buhardillas, se integran relativamente bien en el casco urbano. Los inmuebles que se han añadido recientemente de nueva construcción intentan no desentonar del conjunto.


Además de las casas, en Madriguera lo primero que destaca cuando se llega es su iglesia. Esta, destaca por su tamaño en relación a la de otros pueblos de la zona. Su tamaño se debe a que fue ampliada en varias fases entre los años 1700 y 1800.


La anterior se debió quedar pequeña para el aumento de población derivado de la prosperidad económica del pueblo. Su cúpula es original, no así el resto de la techumbre que fue reconstruida recientemente
Tiene la apariencia de  estar cubierta de un lienzo de retales de colores.


Se disfruta de la ocasión de poder pasear por un pueblo singular, diferente, con una arquitectura  que le da identidad.



Siguiendo la tradición antigua de poner los nombres según el santoral, nombres de personas que hoy son raros de encontrar, en el pasado no lo eran tanto. Nombres como Protólica, Prepedigna, Sinclética, Eufrosina, Eufemiano,... forman parte de los nombres que se pueden encontrar entre los habitantes de la tercera edad.


Avanza la tarde. Abandono Madriguera. Continúo camino un rato más porque a medida que decae la luz me voy acercando a uno de los pueblos dorados.


La salida ha sido fructífera. La ruta es recomendable. Un placer.


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