Reportajes

viernes, 25 de marzo de 2011

ZAFIEDAD


Me caía bien. En la distancia me caía bien. La radio lo había traído y aprecié su voz serena, carente de estridencia histriónica que caracteriza a muchos de sus colegas. Incluso comencé a respetarle cuando él dio muestras de respetarse a sí mismo. En las luchas internas de su partido habían traspasado líneas rojas y él lo denunció públicamente el presunto espionaje a que había sido sometido por gente a sueldo de la C. de Madrid.
Reconocí su valor por enfrentarse a la todopoderosa Esperanza Aguirre que respondió con un año de suspensión de militancia en el PP de Madrid a quien había osado poner negro sobre blanco las malas artes de sus compañeros de partido y sin embargo enemigos.
Me hubiera gustado seguir respetando a Manuel Cobo, vice - alcalde del ayuntamiento madrileño. Pero me lo ha puesto imposible.

En esta ocasión fue la tele la que me trajo la mala noticia. Me resultaba tan increíble que abrí el ordenador, y allí estaban los titulares. Como éste
Sí, así de tremendo sonaba:   La presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, Pilar Manjón, ha denunciado este viernes que el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, les dijo, cuando pidieron un nuevo monumento en la estación del Pozo del Tío Raimundo, que "cualquier día tendrían que hacer un monumento para las putas de Montera".
Llevo días postergando mis impresiones acerca del tema, porque no quiero que se mal interpreten sólo porque el personaje principal es un político. Pero, finalmente, me he decidido, porque, aunque no ha tenido repercusiones concretas como la presentación de una dimisión o una aparición pública pidiendo perdón por tan desafortunado tratamiento a la mujer que representa a 1.500 familias de víctimas de terrorismo, he considerado que dejarlo pasar transformaría mi silencio en la lana de ese colchón social en el que se amortiguan tantos y tantos comportamientos que  perpetúan  las exclusiones y que en cualquier otro país democrático de Europa serían reprochados.
Hace muchos años que conozco a Ángeles Pedraza, actual presidenta de la AVT (Asociación de Víctimas de Terrorismo). Es mi amiga, la valoro,  la admiro y la quiero. Ella perdió a su hija Miriam en el atentado terrorista de Atocha.
A Pilar Manjón no la conozco más que por los medios de comunicación. Preside la Asociación 11-M afectados del terrorismo. Ella perdió a su hijo Daniel en el mismo atentado en el que murió la hija de mi amiga y tantas otras víctimas.
 Dos madres, dos vidas, diferentes destinos que se cruzaron un día sobre las vías de un tren. Respetables las dos. Por el sólo hecho de ser personas, de ser mujeres.
La persona que ostenta un cargo público está tan obligada, como cualquiera de nosotros. Lo saben. Manuel Cobo lo sabe. ¿Hemos de hacer como que no miramos, que no oímos, que no pasa nada? ¿Se atrevería a tratar a mi amiga Ángeles con la misma falta de respeto con la que trató a Pilar? ¿Es que incluso después de muertos sus hijos han de recibir diferente tratamiento?
Durante muchos años han querido que creyésemos que había dos Españas. Yo no acepté nunca esa división porque se trata más bien de que un buen número de personas trata a otras muchas con prácticas excluyentes. ¿Cómo van a oponerse a ello los jóvenes si nosotros nos inhibimos cuando las cosas están así de claritas?

Yo, por mi parte, exijo a Manuel Cobo que trate a Pilar Manjón  con el mismo respeto que a Ángeles Pedraza.
 ¿Es mucho pedir? ¿Podemos aspirar a que la zafiedad no sea una seña admisible en el lenguaje de quienes son elegidos para gobernar nuestras instituciones? Por mi parte, he roto el silencio.

jueves, 24 de marzo de 2011

LOS HAIGAS

 El 27 de Junio de 1.957 comienza la fabricación del Seat 600 en España y con él comenzó el despertar de la motorización de los españoles. Su nacimiento no sólo dio un vuelco a la industria automovilística española, sino que cambió por completo la vida de las familias españolas.
Era un auténtico automóvil al alcance de la clase media del momento, para un sector de la población que no llegaba al lujoso Seat 1.400, pero al que le sobraba para una Vespa. En el primer momento el 600 no era un coche "popular", era un lujo al alcance de pocos. Se adjudicaba tras esperar varios meses de espera. Su precio rondaba las 65.000 pesetas.
Aquella especie de hongo con ruedas, unido al  rápido crecimiento económico, consiguió que España pasara definitivamente del siglo XIX al siglo XX.
Peregrinaciones a Lourdes y Fátima, refugio de amantes en el rompeolas, excursiones a las playas o a la sierra, con la suegra y los primos, vehículo para aprender a conducir toda la familia...y orgullo de quienes solventaban sus averías con cualquier chapuza. Dicen que el 600 admitía cualquier líquido parecido a la gasolina.
En la era del ABS, airbag y la velocidad, el Seat 600 sigue siendo símbolo de una etapa clave de la historia de España. Toda una pasión por unas máquinas que marcaron la vida ibérica de los años 60.
Antes de este fenómeno, yo había entrado en contacto con “Los haigas”. Tenía un tío “indiano” que volvía a Tabagón – O Rosal en cuanto podía. Para mi familia era todo un ritual ir a recibirle. Teníamos que tomar un taxi para ir a Vigo. Y allí, en el muelle, nos extasiábamos contemplando como una enorme grúa descargaba los “haigas” desde las bodegas del Antilles, trasatlántico francés que hacía la ruta Caribe / Europa, con escala en Vigo. Y así, mucho antes de la aparición del Seat 600 en España, yo conocí los Pontiac, Cadillac, que, con sus colores pastel, el sonido de su claxon y sus enormes dimensiones, ponían la nota exótica que explicaba el contenido de aquella frase : “hacer las Américas”.
Cuando los turistas visitan Cuba reciben la sorpresa de contemplar su “parque móvil”. El transporte es, en Cuba, junto con la vivienda, uno de los problemas que sufren los cubanos diariamente.
Cuando se sale de La Habana para visitar otros lugares se puede contemplar cómo, a orilla de la autovía que recorre la isla como una dorsal, se pueden encontrar grupos de cubanos, bajo un inclemente sol o a la sombra de un flamboyan, que esperan que pase un camión al que subirse…
Los cubanos deben ser los mejores mecánicos de todo el Caribe. Han conseguido mantener los coches norteamericanos o rusos que en cualquier otro país serían ya piezas de “cementerio de coches”.
Pero la relación de los cubanos con los coches viene de lejos.
Cuando parecía que a 1898 no le quedaban ya más novedades que ofrecer a los cubanos, un día de diciembre amanecieron los habaneros sobresaltados por el andar ruidoso del primer automóvil.

Aquel vehículo con motor de bencina, capaz de recorrer apenas unos 10 km. por hora, de apariencia endeble y bastante inseguro, llegaba para hacerle la competencia al coche de caballos, poner a las autoridades a pensar acerca de nuevas regulaciones del tránsito y forzar al mejoramiento de los caminos aún polvorientos de la capital cubana.
Mucho se habló del automóvil desde que hizo su aparición en el Prado habanero, con una grey de curiosos a ambos lados para quienes aquello era tanto como ver al escurridizo cometa Halley. Y su presencia suscitó también muchas bromas que fueron recogidas en las páginas de los diarios de la época.
Cien años después del primer paseo de un coche fabricado por La Parisienne, por las calles de Cuba circula un museo rodante del automóvil, sobre todo de las más conocidas marcas norteamericanas de finales de los años 40 y la década de los 60.
Nada ha impedido que aún adornen las calles y circulen por las carreteras entre los Lada y Moskovicht, recuerdo de la época del apogeo de las relaciones con los antiguos países socialistas de Europa del Este, y los más actualizados modelos occidentales de marcas como Toyota, Hyundai, Mitsubishi, Peugeot y otros.
Para muchos cubanos es una de las culpas del "bloqueo'' de casi 40 años --y es como una hazaña-- haber mantenido "en marcha'' hasta ahora autos marca Ford, Buick, Chevrolet o Plymouth, entre otros, sin contar con las piezas necesarias, pero sí con el gran afán de mantener su imagen lo más parecida posible a la original.
Los turistas y empresarios extranjeros que llegan a la isla no dejan de manifestar su asombro ante tal muestrario de vehículos, que en varios hoteles habaneros se ofertan para pasear por la ciudad, que cuenta además con un club que reúne los mejores conservados que datan hasta de los años 20.
El ingenio, la inventiva de la mecánica popular y el afán por mantenerlos en funcionamiento son los principales factores que han contribuido a la supervivencia de estas reliquias.
Se calcula que son unos 155.000 vehículos fabricados antes de 1959 los que todavía circulan por las calles de la isla caribeña, y que el humor popular ha bautizado como "Almendrones''.
No falta tampoco la presencia de la mujer en la historia del automóvil en Cuba. La primera en atreverse a conducirlo fue ``La Macorina'', una escandalosa figura de los ambientes habaneros que llegó a tener en propiedad más de uno de ellos.
Su audacia, su elegancia perenne, sus llamativos ojos, y otros tantos atributos la hacían despertar la atención por donde quiera que pasara. A este se le sumaba su personalidad tan especial y su carisma, que disfrutaban quienes conformaron lo más elitista de la sociedad capitalina de aquellos tiempos.
Su auto de color blanco, fue un Hispo-Suiza. En él recorría las calles de la Habana a unos 30 kilómetros por hora, mientras escuchaba la música de época a todo volumen.
Esta cubana fue una activa defensora de los derechos femeninos, aún se le recuerda encabezando una vistosa caravana de autos de la época cargada de graciosas mujeres
Al mermar su juventud y su fama, se deshizo de sus nueve autos, sus cuatro mansiones, sus vestidos y codiciadas joyas, pieles, en fin, todo su patrimonio, para quedar casi en la miseria.
En 1.903 se corrió en Cuba la primera carrera de automóviles. En 1.905 el cubano Ernesto Carricaburu batiría el récord mundial de velocidad.
Estas joyas, cuando circulan por La Habana Vieja, barrio donde nació la ciudad, cuajado de palacios coloniales restaurados, nos transportan a otra época y nos sugieren estar viviendo en ella.









lunes, 14 de marzo de 2011

CIFRAS


Los frutales se visten de rosa. Ese mogollón de flores que aparecen casi de un día para otro ante nuestros ojos coincidiendo con el carnaval, trajo a mi cabeza un mogollón de cifras…
Se apelotonan, salen volando con el viento, giran en el aire y caen al suelo. Yo iré poniendo algunas de ellas tal como vayan cayendo, así, sin orden…
Mientras me afano en la tarea de ordenar un poco el remolino, masco. Eso me conduce al primer cálculo. A 51 € el kilo cuesta lo que mastico. Yo no me los compro por kilos, por supuesto, sólo una cajita de 27 gramos. El producto no requiere alta tecnología para producirlo  ni materias primas escasas. Cuando paso su precio a pesetas, la palabra “escandaloso” se mezcla con las cifras que revolotean por mis circuitos: 8.466 pesetas cuesta un kilo de chicle.

El 40% de la población egipcia vive con menos de 2 $ al día. 
O sea, cada uno de los 32.000.000 de egipcios viven diariamente con el valor aproximado de mi caja de chicles. La mitad de la población de Egipto está sumida en el analfabetismo. En la orilla sur del Mediterráneo, mar de las culturas, siendo la egipcia de las milenarias, 36.000.000 de personas son excluidas por esta razón.
  
Los gobiernos, con dinero público, o sea, de los impuestos que pagan quienes conforman las sociedades, han empleado tres trillones de dólares USA para que no quebrase el sistema bancario del planeta.
Unos dicen que para “rescatar” a los bancos. Yo me pregunto:
¿Rescatarlos? De quién ?
Otros, describen la situación de forma eufemística, y la denominan: “crisis financiera”. Pero está claro que se trata de socializar las pérdidas y privatizar las ganancias. Y eso se practica desde que nació el capitalismo.
Como se trata de que por mis conductos circulan cifras en esta ya próxima  primavera, prefiero ponerlo de esta otra forma:
3. 000.000.000.000.000.000 de $.
Se me han cruzado los cables y casi se me cortocircuitan los circuitos.
Con el 1%  de esa cantidad podrían alimentarse 59.000.000 de niños y niñas que padecen hambre por todo un año.  Se me antoja escuálido ese 1 pero ni aún así.
Los almendros también ponen un tono rosa en el desolado paisaje sediento.
La sed no es igual en todos los lugares de nuestro pequeño planeta. Parece increíble que una humanidad capacitada para pensar, crear y organizarse en sociedades avanzadas, se muestre tan suicida.
 En 2050 se enfrentará a la necesidad de producir alimentos para 9.000.000.000 de personas utilizando la misma tierra cultivable y un 90% menos de carbono. Hoy, 3.500.000.000 de personas están condenadas al hambre. Se suele decir que ya inventaremos algo que nos evite el cataclismo. Ya fabricamos sangre o sucedáneo. Pero ¿Fabricaremos agua? No lo parece. La sed no es la misma sed en todas partes.
Brasil es la mayor potencia mundial de agua con el 13% del total del planeta. Esta se encuentra desigualmente repartida en su territorio, así el 70% en la región amazónica, el 15% en el centro oeste, el 6% en el sur y el 3% en el nordeste. A pesar de esta abundancia, son 45.000.000 de brasileños los que no tienen acceso al agua potable, es decir, más del 25% de su población.
Un artículo de la revista Science advierte de que se está formando una gran mancha de plásticos en el Atlántico Norte. Es muy similar a otra que, según los científicos, lleva años en mitad del Pacífico y que podría ser el doble de grande que España. La contaminación por plástico es el principal problema de los mares.
Nosotros seguimos ajenos al problema. Cuando yo crecí no se conocía ese producto derivado del petróleo que nos maravilló cuando apareció en nuestras vidas: el plástico. Pero ahora, aunque  conscientes del problema, pagamos el plástico y el agua sin pararnos a pensar.
Tiendas especializadas ofertan aguas en envases diseñados cuyo precio equivale al salario semanal de un egipcio.
Triángulos morados pugnan por salir arriba. 16.000.000.000 de euros escapan al control del Fisco en España, el 80% de las operaciones efectuadas con el billete “clandestino”.Tres millones de billetes de 500 € han desaparecido de la circulación desde el pinchazo inmobiliario.
¿Estarán rezando? Las monjas del Convento castellano de Santa Lucía han denunciado el robo de millón y medio de euros en billetes de 500 que guardaban en un armario en bolsas de plástico. Ellas dicen ahora que eran sus “ahorrillos”. Tufillo.
Me tomo un descansito. Hago un repaso por los titulares de varios periódicos digitales y me encuentro con más cifras:
Una monja católica encargada de parte de las finanzas de una universidad de Nueva York se ha declarado culpable de haber robado 850.000 dólares a la entidad para la que trabajaba y se enfrenta ahora a una pena de hasta 10 años de cárcel.
Ya, ya…estaréis pensando que la he tomado con las monjas. Pues no. Ahí van los datos, la noticia está fechada el 10 de marzo 2011.
Marie Thornton, de 63 años y quien ejercía de vicepresidenta del departamento financiero del Iona College de New Rochelle (Nueva York), ha reconocido ante un juez de Manhattan que durante 10 años se apoderó ilícitamente de esa cantidad de dinero, según ha dicho hoy la fiscalía federal del Distrito Sur de Nueva York en su web.
No ganamos para disgustos. Doce activistas de Greenpeace han esparcido este jueves 4.000 kilos de residuos frente al Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. "Los 4.000 kilos de residuos que tenemos aquí equivalen a los que producen unas 3.000 personas en un sólo día, lo que da una idea de lo que puede generar un país como España sin que estén siendo convenientemente tratados", ha dicho Julio Barea, responsable de la campaña de Contaminación de Greenpeace. Tendré que ponerme a calcular nuevamente: Si 3000 personas producen cada día 4000 kilos de residuos, 48.000.000 de personas producen al día 192.000.000 de kilos de residuos. O sea, 70.080.000.000 kilos de residuos al año. Sólo en nuestro país.
Mareante. Habrá que dejar las cifras por hoy. Me tomaré unas patatitas fritas. No me resistí. He vuelto a calcular. El kilo de las patatas fritas sale a 1.500 pesetas. Un egipcio tendría que trabajar todo el día para comprar la bolsa que tengo sobre la mesa. Idea recurrente.
En 2006, 69, en 2007, 71, en 2008, 76, en 2009, 55, en 2010, 73…Un total de 344 mujeres muertas a manos de sus maridos, exmaridos, novios, ex novios, en los últimos cinco años. Giran de nuevo los números. Una media de 69 al año. Otro giro de cifras y… ¿Podríamos aceptar que en mis 64 años de vida han muerto asesinadas por violencia de género, en España, 4.416 mujeres? Y podría ser la punta del iceberg, porque cuando yo crecía no había legislación y estadísticas de este tipo de violencia. En el año 2010 se interpusieron 32.000 denuncias.
Mis circuitos comienzan a teñirse de rojo. Va siendo hora de apagar la calculadora mental y leer poesía para relajar…

domingo, 6 de marzo de 2011

ZAPATOS


Cuando viajo en metro, para entretenerme, en el largo trayecto que suelo recorrer, practico el hábito de observar. Si viajo en hora “valle” y puedo ir sentada, me distraigo contemplando a las personas que, como yo, de pié o sentadas, se trasladan de un lugar a otro. La línea que yo utilizo con más frecuencia se extiende a lo largo de las cinco ciudades de mayor población del sur de la Comunidad de Madrid y da servicio a más de 800.000 habitantes. Tiene 18 estaciones en un recorrido de 41 kilómetros, transborda con la línea que lleva a la ciudad de Madrid, y en seis de sus estaciones con el servicio de Cercanías de Renfe.
Todo esto lo cuento para poner de relieve que viajando en metro he asistido a dos fenómenos: la composición variable de los grupos humanos que entraban en los vagones del metro y a la evolución en la forma de cubrirse los pies de las últimas generaciones.
En cuanto a la composición humana de los usuarios de la red:
Cada vez más heterogénea, se incorporaban los/as latinoamericanos/as, magrebíes, orientales, centroeuropeos/as, mezclados/as con hijos/as y nietos/as de extremeños/as, gallegos/as, andaluces, vestigio vivo, éstos últimos, de las antiguas migraciones de mitad del siglo pasado, desde los lugares más empobrecidos de España a aquellos otros donde se iniciaba la industrialización con los “polos de desarrollo” que darían lugar al fenómeno denominado “desarrollismo español” y que sembró de grandes manchas de chabolismo los alrededores de Madrid. Los nombres míticos: Entrevías, La Celsa, El Pozo…

Frontera entre Vallecas y Entrevías
No contrastaban solamente los colores de la tez, los idiomas en que se manifestaban. También sus hábitos culturales.
Los emigrantes extranjeros solían levantarse para ceder sus asientos a personas de avanzada edad, mujeres embarazas, en algún caso incluso a mí misma. Yo lo agradecía pero rehusaba la oferta.
Los hijos de los en otro tiempo inmigrantes españoles, permanecían sentados en sus bancos, algunas veces medio tumbados con actitud indolente, cuando no entorpeciendo el paso debido a esa forma de sentarse. No se percataban de que a su lado viajaba alguien que podría ser su abuelo o su madre…
Alguna vez pensé que, en este país nuestro en el que se vivía una etapa de “nuevos ricos”, algo se nos había perdido por el camino, cuando una persona de 19 años no se daba cuenta de que un anciano, a su lado, oscilaba entre el bastón y la barra metálica a la que se agarraba.
Entre los cambios que contemplé en los vagones de metro, están las modas a la hora de taparnos los pies. En los pies más jóvenes los zapatos de cordones fueron sustituidos por las zapatillas deportivas.

En el resto de pies seguían manteniendose los zapatos que hay que lustrar para que duren más. Eso sí, cada vez de menor calidad. Se notó la caída de la producción  nacional de zapatos que generaba puestos de trabajo en el Levante español y la aparición de los zapatos de producción china que invadían los mercadillos.
Suponía un reto  mirar primero los pies y tratar de adivinar después a qué tipo de persona pertenecían.

Ciertamente, con las zapatillas deportivas no era difícil.
Con los zapatos el test era más amplio. Sucios, limpios, lustrados y brillantes, rozados y sin color en las punteras.
Y así, surgió la pregunta: ¿Quién limpia, lustra y saca brillo a esos zapatos? Tratar de acertar con la respuesta es ardua tarea.  La información que tengo acude en mi ayuda.


El fenómeno comienza, como casi todo, en la infancia. Sin planificar el reparto del trabajo, se asume esa tarea, en un porcentaje altísimo, por parte de las mujeres de la casa. Y entonces esa tarea se convierte en un hecho tan natural como un fenómeno meteorológico, que se repite a lo largo de toda una vida.

Mi vecina María tiene 75 años. A pesar de su edad, María no se ha jubilado aún. Corren a su cargo gran parte de las tareas que ha desempeñado toda su vida al volver de la frutería en la que trabajó hasta los 65. Ella hace la compra, la comida, limpia la casa, lava y plancha la ropa que se ponen ella y su marido.

Cuando les veía tenía que reprimir la pregunta, pero un día, a solas con ella, me atreví a indagar.
.- “María, qué bien limpia sus zapatos tu Antonio, eh” – le dije.
.- “No, hija, si espero a que lo haga él, pasarían años antes de que cogiese el betún para limpiarlos – respondió.

Ese pequeño intercambio de palabras encierra toda una  reseña sociológica.

El siguiente entretenimiento consistió en hacer cálculos:
¿Cuántos pares de zapatos diferentes habrá limpiado mi vecina María?
¿Cuántas veces habrá limpiado zapatos a lo largo de su vida?
Tuve que echar la cuenta: 2 hermanos menores, tres hijos, un marido, los suyos…


¿Tendrá que ver esa cifra descomunal con la cultura de la desigualdad?

 Cuando veáis a alguien que lleva limpios sus zapatos ¿os haréis alguna pregunta?