Reportajes

lunes, 17 de enero de 2011

Efecto normalidad


1.-
En los años de mi juventud me sentía atraída por la sección de humor gráfico que incorporaban algunos de los diarios de tirada nacional de la época. Recuerdo perfectamente, debió de incrustarse en mi inconsciente, una viñeta de Antonio Mingote publicada en el ABC.

Un hombre neanderthal, con trabuco al hombro al estilo rey de bastos de las barajas de Heraclio Fournier,  arrastraba por los pelos a su mujer.
Era NORMAL, no se trata de demonizar al ilustre académico por su lenguaje  gráfico.


2.-
Miguel Lorente, Delegado del Gobierno para la Violencia de Género, hace balance de 2010 y refleja un dato significativo: el 60% de las llamadas al 016 amenazan e insultan a las mujeres.
103.460 de las más de 170.000 recibidas las realizan hombres que insultan y amenazan a las operadoras del teléfono que asesora a las mujeres maltratadas. Algunos de los comentarios y situaciones amenazantes se hacen en términos tan graves que las profesionales que atienden el servicio tienen miedo.

Tal vez esta situación sea NORMAL dado el ambiente de hostilidad y agresividad hacia la Ley Integral contra la violencia de Género, ambiente que se ha reflejado en el debate sobre las denuncias falsas y en el intento de presentar las políticas de igualdad como medidas contra los hombres en general cuando son medidas contra los maltratadores.






3.-
En esta época de las noticias kleenex, de usar y tirar, una periodista, supuestamente, le pone un micrófono delante a una vecina de Torre Caballeros, Segovia. Quiere que opine acerca del primer asesinato de género de 2011. Mejor, una matanza, porque el asesino no sólo quitó la vida a su mujer, de 49 años, sino que mató además a su propio hijo, de 16.
Ana Mª Sánchez y Carlos Zapata. Hay que comenzar a decir sus nombres. Las víctimas de la violencia no pueden hundirse en el silencio del tiempo.
La vecina, como tantas otras veces y en tantas otras ocasiones, soltó la frase habitual: No sabemos por qué ha ocurrido, eran una gente NORMAL.     
De puertas hacia fuera eran “un matrimonio completamente normal”, de clase media alta. Es por lo que los vecinos no entienden cómo ha podido suceder un hecho tan dramático.
Carmen, esperó a que se muriese su madre para iniciar entonces el proceso de divorcio. Su asesino no permitió que se llevase a efecto.

El efecto de la NORMALIDAD nos sirve de coartada social.

Si se profundiza en los 71 casos de asesinadas por violencia de género en España en 2010, podemos descubrir todos aquellos aspectos de ANORMALIDAD que podían haber detectado las personas del entorno en el que vivían las víctimas.

Pero es NORMAL encontrarnos con esta respuesta: Bueno, son cosas privadas de cada pareja…
Así no se construye el cordón sanitario que es necesario tejer alrededor de las mujeres maltratadas, que viven en silencio y a solas su infierno.
Así no se deconstruye la NORMALIDAD en la que estamos instalados.

Mientras escribía, la radio me hacía llegar la noticia de la 2ª muerte de una mujer de 26 años a manos de su pareja en Granada.

Para deconstruir el efecto de  la NORMALIDAD, comienzo por mandar a la trituradora la siguiente frase: HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE.





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