…se está despidiendo el ciudadano del mundo que encarna la única cosa buena, sin fisuras, que ha ocurrido en el silo XX.
Nelson Mandela nos ha dado la lección que nunca habrá que olvidar: “Una buena cabeza y un buen corazón son una combinación formidable”.
Él protagonizó un cambio que no parecía posible, porque estaba en su ideario: “Todo parece imposible hasta que se hace”.
Emociona ver cómo un niño negro, nacido a principios del silo XX en una aldea africana de 300 habitantes es el protagonista de una vida que cambiará el destino de su nación. Porque lo tenía claro: “Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”.
Una vida que quisieron robarle, manteniéndole entre rejas, y que él reconvirtió en su mayor arma para la defensa de la libertad: “La prisión es una tremenda educación en la paciencia y la perseverancia”.
Mientras estuvo en la cárcel, su reputación creció y llegó a ser conocido como el líder negro más importante en Sudáfrica. En prisión, él y otros realizaban trabajos forzados en una cantera de cal. Las condiciones de reclusión eran muy rigurosas. Los prisioneros fueron segregados por raza y los negros recibían menos raciones. Los presos políticos eran separados de los delincuentes comunes y tenían menos privilegios. Mandela, como prisionero del grupo más bajo de la clasificación, sólo tenía permitido recibir una visita y una carta cada seis meses. Las cartas, si llegaban, eran a menudo retrasadas durante largos períodos y leídas por los censores de la prisión.
Mientras estuvo en la cárcel Mandela estudió por correspondencia a través del programa externo de la Universidad de Londres, obteniendo el grado de Licenciado en Derecho. Fue nombrado para el cargo de Rector de la Universidad de Londres en las elecciones de 1981, pero ganó la Princesa Anne.
Él conocía, mejor que nadie la importancia de la educación y así lo expresó:
“La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación que la hija de un campesino puede convertirse en médico, que el hijo de un minero puede convertirse en jefe de la mina, que un niño de los trabajadores agrícolas pueden llegar a ser el presidente de una gran nación.”
No existe probablemente en la política de nuestro tiempo una figura más popular, admirada y universalmente respetada que el sudafricano Nelson Mandela, icono de la lucha contra el apartheid, antiguo líder del Congreso Nacional Africano (ANC), primer presidente negro de Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz.
Su liberación en 1990 tras 27 años de cautiverio principió, trabajando estrechamente con el presidente reformista Frederik de Klerk, una complicada pero finalmente exitosa transición desde la dictadura segregacionista blanca hasta la democracia multirracial, que alumbraron unas elecciones libres ganadas por el ANC, un Gobierno de unidad y una nueva Constitución.
También esto lo tenía claro: “Si quiere hacer las paces con su enemigo, usted debe trabajar con él.”
Entre 1994 y 1999, Mandela, con su extraordinario carisma, su rechazo a las medidas radicales y su sentido de la responsabilidad, fijó los pilares políticos y económicos de la nueva Sudáfrica, y medió en los conflictos del continente, pero dejó sin resolver graves déficits sociales.
Para el aspecto de sombras habrá que recurrir a otra de sus frases: “La mayor gloria no es nunca caer, sino levantarse siempre”. Aunque jubilado de la política y pese a su avanzada edad, el mitificado estadista continuó activo en una serie de causas humanitarias.
En estos tiempos de cambio, en los que se oye con frecuencia que parte del problema es la falta de líderes políticos no está de más recordar los consejos de Mandela para el ejercicio de un buen liderazgo:
1. “El Coraje no es la ausencia de miedo. Es inspirar a otros para sobreponerse a él”.
2. “Hay que dar el primer paso, pero sin dejar atrás a tu equipo”.
3. “Debes liderar desde la retaguardia…pero hacer creer a los otros que estás en la vanguardia”
4. “Conoce bien a tus enemigos…y aprende de ellos”.
5. “Hay que mantener a los amigos cerca…y a los enemigos, aún más”.
6. “Las apariencias son muy importantes…y también sonreír”.
7. “Nada es blanco o negro”.
8. “Rectificar también es una muestra de liderazgo”.
Arden velas blancas en mi corazón por este hombre que es ejemplo de dignidad, elegancia, generosidad e inteligencia. Quienes hemos conocido su trayectoria tenemos la deuda moral de intentar que las generaciones venideras no ignoren la vida de un hombre que luchó por la Humanidad entera.
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