Reportajes

domingo, 16 de enero de 2011

En memoria

1.- A modo de ejemplo.
La noche del 25 de noviembre de 1905 centenares de miembros de la guarnición del ejército destinada en Barcelona atacaron las sedes del diario La Veu de Catalunya y de la revista semanal  ¡Cu-cut!, así como el taller donde se imprimía esta última.

El 12 de noviembre se habían celebrado elecciones municipales en todo el país. En la ciudad de Barcelona, a diferencia de la mayor parte del Estado, la victoria no se disputaba entre las fuerzas hegemónicas del sistema –los bloques conservador y liberal-, sino entre la LLiga Regionalista y Unión Republicana, es decir, entre catalanistas y lerrouxistas.
La campaña electoral había sido especialmente tensa y los resultados del recuento añadieron más leña al fuego, ya que los republicanos vencieron en número de votos, pero los catalanistas sumaron el número de concejales preciso para considerarse mayoría en el ayuntamiento.
Con objeto de celebrar su triunfo, la LLiga convocó para la noche del día 8 una multitudinaria cena festiva en el Frontón Condal de Barcelona, llamada expresamente Banquet de la Victoria. A la salida del acto se produjo un enfrentamiento entre pequeños grupos de catalanistas y republicanos.
El día 25 la revista ¡Cu-cut!, publicación de contenido cultural y humorístico vinculadaa la LLiga, dedicó buena parte del número al banquete y al alboroto posterior. Uno de sus mejores dibujantes, Joan García , aprovechó la ocasión para relacionar gráficamente el episodio de actualidad con uno de los temas recurrentes en la prensa satírica de la época, como era el desprestigio del ejército español.
En la sexta pagina, un dibujo de aproximadamente 10x10cm representaba, al fondo , la entrada de los catalanistas a la cena conmemorativa, mientras dos personajes mantenían una conversación en primer plano. Inicia el diálogo un militar, que aparece vestido anacrónicamente de gala, al que le responde un civil:

.- ¿Qué se celebra aquí, que hay tanta gente?
.- El Banquet de la Victoria
.- ¿De la victoria? Ah, vaya, serán paisanos.

El objetivo del chiste era provocar una sonrisa cómplice entre los lectores de
 ¡Cu-cut! . Al ser tan reciente el desastre de Cuba, el humorista insinuaba que si se trataba de celebrar victorias, los militares no podían sentirse aludidos.
Fueron escasos los lectores a quienes llegó la hiriente broma, puesto que la censura impidió la publicación del chiste.
Sin embargo, en los cuarteles de toda la ciudad corrió la voz de una gran ofensa.
Cientos de militares se concentraron en la plaza Real la tarde del sábado 25 de noviembre y prepararon una maniobra ejemplarizante.
Ya entrada la noche, saquearon los locales de la imprenta y de la redacción de
¡Cu-cut! Así como la redacción de La Veu de Catalunya. Hubo enfrentamientos entre paisanos y militares. Después de horas de extrema inseguridad, carreras y persecuciones, los soldados se retiraron a sus cuarteles de madrugada.

Para la jerarquía castrense, los “hechos de Barcelona” ya no resultaban una respuesta visceral ante un sarcasmo, sino la ocasión perfecta para conseguir lo que venía reivindicando desde hacía décadas, a saber: que cualquier ofensa a la patria se considerara de jurisdicción militar, a través de un cambio legislativo.

Las presiones fueron tales que el gobierno decidió suspender las garantías constitucionales en toda la provincia de Barcelona. El presidente del gobierno, el liberal Montero Ríos, acabó dimitiendo el 2 de diciembre ante el propio rey, que había conversado con altos mandos militares a sus espaldas.

El remozado gobierno admitió a trámite aquel cambio legislativo, que ya era conocido en los ambientes políticos como “ley de Jurisdicciones” y venía a ser una modificación del Código de Justicia Militar. Firmada por Alfonso XIII, la ley entró en vigor el 23 de marzo de 1906 y permitió juzgar por la vía militar las críticas al ejército, la bandera o cualquier símbolo nacional.
Consecuencia evidente de los “hechos de Cu-cut “, significó además el allanamiento del camino para facilitar el intervencionismo militar en los asuntos de Estado.

 Esa era la España en la que Concha estaba destinada a nacer.


2.- Un marco histórico.
Tras la crisis política y social desencadenada por la pérdida de Cuba en 1898, en las sucesivas décadas se produjeron en España tentativas modernizadoras, con el objetivo de situar al país en un nivel de progreso semejante al de los otros estados de Europa occidental. Los resultados fueron insuficientes.
Se produce la progresiva desintegración del sistema político creado por Cánovas del Castillo, incapaz de garantizar la estabilidad exigida por las clases dirigentes ante los desafíos que debía afrontar, como el malestar del ejército, las disputas religiosas, las protestas obreras o el auge del nacionalismo catalán.
Al estallar la primera guerra mundial en 1914, se aceleró el proceso de descomposición del régimen de la Restauración, a pesar de que España se había declarado neutral y de que momentáneamente algunos sectores económicos obtuvieron beneficios durante la conflagración.
La triple crisis de 1917 (parlamentaria, militar y social) fue un indicador incuestionable del escaso apoyo que le quedaba al régimen, cuya incapacidad quedó definitivamente patente con el desastre de Annual.

Por tanto, el golpe de Primo de Rivera en 1923 no encontró resistencia. Su dictadura constituyó una propuesta autoritaria sustentada en unas tradiciones españolistas, religiosas y conservadoras, y también en unos elementos como el intervencionismo estatal en los planes de desarrollo económico.
La dictadura acabó naufragando, incapaz de mantener y aumentar sus soportes.
Gracias a la debilidad de la monarquía de Alfonso XIII y al fracaso de la dictadura, las elecciones municipales de 1931 se convirtieron en un auténtico plebiscito que llevaron a la proclamación de la Segunda República.
En los dos primeros años de la República, se articuló un programa de reformas de gran calado: secularización del Estado, democratización de la política, mejora de la educación, reforma agraria, estatutos de autonomía, etc.
Las resistencias fueron enormes, a lo que deben añadirse errores del propio gobierno y la hábil movilización de las fuerzas conservadoras: este conjunto de factores llevó a la derrota de las izquierdas en 1933. Los dos años siguientes se caracterizaron por la interrupción de las reformas, el fracaso de las estrategias insurreccionales de la izquierda y la radicalización de la vida política.
Las elecciones de febrero de 1936 significaron la vuelta al poder de las izquierdas, para espanto de determinados sectores conservadores.
Su reacción consistió en una larga contienda fratricida, una tragedia que ha marcado todo el siglo XX español: el triunfo franquista supondría la instauración de una Dictadura que acabaría por muchos años con la democracia y las libertades.

La represión desencadenada por el bando franquista tras su victoria sobre el ejército republicano habría de marcar profundamente la vida de Concha y la de su familia.


3.-El Gulag de Franco.
Era imperioso llevar a cabo serias medidas de profilaxis social y política para erradicar el morbo de España.
El obispo de Vic, Joan Perelló, conocía, además, la técnica quirúrgica: “un bisturí para sacar el pus de las entrañas de España, verdaderamente corrompida en su cerebro y corazón, en ideas y costumbres”.
Ya había explicado como hacerlo durante la guerra uno de los jefes de prensa de Franco, el capitán Aguilera, decimosexto conde de Alba y Yeltes:
En épocas más sanas…las plagas y las pestes solían causar una mortandad masiva entre los españoles…Son una raza de esclavos…Son como animales, ¿sabe?, y no cabe esperar que se libren del virus del bolchevismo. Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste…Nuestro programa consiste en exterminar un tercio de la población masculina de España. Con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado”.

Al conde le encantaba escandalizar a ingleses y norteamericanos, pero aún considerando sus grotescas exageraciones, sus palabras no dejan de poner de relieve el miedo y el odio que sentían los vencedores.
Para poner en marcha tan sugestivo programa era preciso seleccionar a la población que había que exterminar para limpiar el país.
 La primera prioridad era deshacerse, de un modo u otro, de los prisioneros de guerra, aunque una buena parte ya estaba ya estaba siendo exterminada en los campos de concentración y en las cárceles de Franco, así como en las calles y en las checas de Falange.


Los campos de concentración se habían propagado por toda España como una plaga bíblica y sus moradores significaban un enorme problema económico y político para los militares. Incluidos los provisionales, existieron 190 campos de concentración por los que pasaron entre 360.000 y 500.000 prisioneros de guerra.
Los que fueron a parar a las cárceles de Franco – 270.719 personas, según las cifras del Ministerio de Justicia –abarrotaron la red carcelaria española, que tenía capacidad para unos 20.000 internos. Se les hacinó en los penales, las prisiones centrales, las provinciales, las comarcales, las de cabeza de partido, los depósitos municipales, las granjas agrícolas y otros recintos penitenciarios.  
Colegio PP. Jesuitas - Camposancos - convertido en cárcel a la que fueron a parar, sobre todo, asturianos.
(Dibujo de A. Alonso?

¡Qué cinismo asesino para justificar el horror!
Concha no era bolchevique. Concha no sabía qué existían aquellos que servían de coartada al conde de Alba.
Concha era, ni más ni menos, una mujer del pueblo llano, que nació en un país que  aprendió a no querer a todas sus gentes.
Por eso sufrió prisión, y por amar a un hombre bueno, lúcido y respetable, que sólo quería una sociedad mejor.

4.- La larga noche de piedra.
En esa España del ensañamiento como consigna, sometida a la voluntad de un caudillo que firmaba las ejecuciones a la hora del café; de la insoportable arrogancia de los vencedores trufada de delaciones, venganzas y traiciones; yo supe de la existencia de las dos Españas.
En aquella España empobrecida y triste, sin cine, ni teatro, ni  televisor y poquísimos libros, he tenido la suerte de contar con Concha cerca de mi.
Era una excelente narradora. Por ella supe del hacinamiento de la prisión a la que fue a parar (Tuy), del papel jugado por el cura del pueblo, del comportamiento de los familiares en las horas bajas, del genocidio al que se sometió a los que apoyaron la legalidad vigente frente al golpe militar, del manto de silencio en el que se arroparon los vencidos…
Con Concha descubrí la literatura oral. Yo no conocía a los personajes, como ocurre cuando se leen las novelas, pero la pasión con la que contaba su experiencia me mantenía sentada en el banco de madera, al calor de la cocina de hierro de mi casa.
Pero descubrí también el valor de la dignidad.
Esa dignidad que envolvía su trabajo, sus necesidades, sus ideas, su estar en una sociedad que se había acomodado a pasear al caudillo bajo palio, elevándole a rango divino, pues ocupaba el lugar reservado a las custodias del Corpus.
La sola existencia de Concha en mi vida, me enseñó, entre otras muchas cosas, que la historia la escriben los vencedores, porque en los libros de mi adolescencia lo que ella me contaba no aparecía.
Concha, en su cuerpo frágil y menudo encerraba un espíritu irreductible, que conservó a lo largo de todo un siglo que duró su vida. Jamás renunció a sus principios, ni cuando la privaron de libertad.
Y supo transmitirnos que era necesario ser combativos para conseguirla. Cuando España recuperó la democracia, salía votar en las convocatorias electorales, como ejerciendo el ritual de la paz que les había sido arrebatada.

Los libros sobre la Guerra Civil española están llenos de nombres de los vencedores, pero no de los que levantaron los pesados bloques de piedra de la larga noche franquista. Y esa infinidad de mujeres, como María Salvo, Juana Doña, Concha Andrés…han sentido que no fueron vencidas, sino derrotadas.
Porque vencidas son las que aceptan la situación y derrotadas son las que se enfrentan a ella. Ellas no se conformaron nunca. Nunca aceptaron la violencia y el exterminio.


Esta tarde, nuevamente volvían a hacerme partícipe de su “memoria histórica”.
Concha, silenciosamente, como ella pretendía, se ha ido…Manolo la esperaba hace ya algunos años.
Nuestra memoria es también su memoria. 


1 comentario:

  1. Concha! Que privilegio haberte conocido! Siempre viviras junto al Taxota en mi memoria, rodeada de carino!

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